La tragedia democrática de Córdoba
Carlos Vicente
Viceintendente de Córdoba
El fraude del 2 de septiembre no implica sólo que Luís Juez no fue gobernador de Córdoba y con ello se clausuró la posibilidad de poner en marcha cambios centrales en el modelo del Estado neoliberal que impusieron José Manuel De la Sota y Juan Schiaretti.
La vulneración de la voluntad popular permitió que un gobierno sin legitimidad como el de Schiaretti, pudiera gestionar los intereses de los cordobeses para sostener los privilegios emergentes del neoliberalismo tardío, poniendo en riesgo las bases de sustentación del sistema democrático y llevando adelante políticas de ajuste en perjuicio de los trabajadores y jubilados cordobeses.
Sin legitimidad -esto es la falta de aceptación por parte de la mayoría respecto a los títulos emergentes del acto electoral y a la representación constructora de consensos que implica la victoria en un comicio-, Schiaretti aparece como un fruto bastardo de la democracia que todos supimos conseguir. Sin legitimidad, su gobierno es incapaz de construir hegemonía; esto es consenso para su existencia y sus políticas, una situación que necesariamente apuntala el desarrollo de acciones lejanas a los intereses de los cordobeses.
La profundidad de la fractura entre la desesperación por sostener este sistema de privilegios por parte del delasotismo y sus aliados a través del fraude consumado para lograrlo; y el derecho vulnerado de la mayoría, es de enorme magnitud. La valoración de esta tragedia política debe marcar el destino de la acumulación de fuerzas de los próximos años en Córdoba porque no es posible levantar instituciones creíbles y fuertes sin legalidad, ni legitimidad. Siendo que el Estado es un actor central en cuanto a su responsabilidad de garantizar los derechos de las personas que habitan en el territorio de su influencia, se trata de un asunto fundamental resolver en los actos electorales que seguirán esta encrucijada. Es el único modo de trazar un destino diferente para Córdoba.
Schiaretti y De la Sota procuran lavar las manchas de la ilegitimidad cambiando el relato de lo que ocurrió. Por eso, nuestra primera convicción debe ser no olvidar y contar la historia con la fuerza que sólo posee la verdad.
Una gobernabilidad sustentable sólo puede ser producto de la derrota de este modelo, que no es otra cosa que alterar las reglas que sostienen los privilegios de la sociedad dual e injusta. En esta tarea, la mayor parte de los cordobeses y sus representantes; las fuerzas políticas populares y democráticas; y la sociedad civil debemos ser parte de una alianza necesaria y urgente para dar vuelta la página de la historia que nos avergüenza.
Las gigantescas y pacíficas marchas de septiembre del año pasado fueron verdaderas expresiones del duelo ciudadano y una demostración de la conciencia popular sobre la ilegitimidad del proceso político que se abrió en Córdoba y marcaron un antes y un después que incidirá sobre el curso de la historia futura de nuestra provincia y el país.
Debemos ser conscientes que a partir del 2 de septiembre de 2007, ninguna elección otorgará garantías plenas de libre expresión y decisión de la ciudadanía, una situación que condiciona las bases del sistema democrático, porque el Estado, sospechado en su comportamiento, obligará a que los actores de la sociedad civil y política apelen a formas más organizadas de defensa de la voluntad general. Sin duda, romper las reglas de ese estigma será uno de lo desafíos de los días que vendrán.
También será necesario avanzar con una profunda, seria y verdadera reforma política, que deberá pasar por prohibir la sumatoria de votos, un invento funcional a la decisión de conservar los privilegios; dinamizar los instrumentos de democracia semi-directa que promueven la participación social; y reformar la constitución para fortalecer estos procesos, entre otros pasos.
Superar semejante tragedia requiere de actos contundentes y definitorios para alterar su perniciosa descendencia. Desde este lugar es que reclamamos Fraude Nunca Más y miramos el futuro convencidos de la necesidad de más democracia, más participación y más transparencia.
Viceintendente de Córdoba
El fraude del 2 de septiembre no implica sólo que Luís Juez no fue gobernador de Córdoba y con ello se clausuró la posibilidad de poner en marcha cambios centrales en el modelo del Estado neoliberal que impusieron José Manuel De la Sota y Juan Schiaretti.
La vulneración de la voluntad popular permitió que un gobierno sin legitimidad como el de Schiaretti, pudiera gestionar los intereses de los cordobeses para sostener los privilegios emergentes del neoliberalismo tardío, poniendo en riesgo las bases de sustentación del sistema democrático y llevando adelante políticas de ajuste en perjuicio de los trabajadores y jubilados cordobeses.
Sin legitimidad -esto es la falta de aceptación por parte de la mayoría respecto a los títulos emergentes del acto electoral y a la representación constructora de consensos que implica la victoria en un comicio-, Schiaretti aparece como un fruto bastardo de la democracia que todos supimos conseguir. Sin legitimidad, su gobierno es incapaz de construir hegemonía; esto es consenso para su existencia y sus políticas, una situación que necesariamente apuntala el desarrollo de acciones lejanas a los intereses de los cordobeses.
La profundidad de la fractura entre la desesperación por sostener este sistema de privilegios por parte del delasotismo y sus aliados a través del fraude consumado para lograrlo; y el derecho vulnerado de la mayoría, es de enorme magnitud. La valoración de esta tragedia política debe marcar el destino de la acumulación de fuerzas de los próximos años en Córdoba porque no es posible levantar instituciones creíbles y fuertes sin legalidad, ni legitimidad. Siendo que el Estado es un actor central en cuanto a su responsabilidad de garantizar los derechos de las personas que habitan en el territorio de su influencia, se trata de un asunto fundamental resolver en los actos electorales que seguirán esta encrucijada. Es el único modo de trazar un destino diferente para Córdoba.
Schiaretti y De la Sota procuran lavar las manchas de la ilegitimidad cambiando el relato de lo que ocurrió. Por eso, nuestra primera convicción debe ser no olvidar y contar la historia con la fuerza que sólo posee la verdad.
Una gobernabilidad sustentable sólo puede ser producto de la derrota de este modelo, que no es otra cosa que alterar las reglas que sostienen los privilegios de la sociedad dual e injusta. En esta tarea, la mayor parte de los cordobeses y sus representantes; las fuerzas políticas populares y democráticas; y la sociedad civil debemos ser parte de una alianza necesaria y urgente para dar vuelta la página de la historia que nos avergüenza.
Las gigantescas y pacíficas marchas de septiembre del año pasado fueron verdaderas expresiones del duelo ciudadano y una demostración de la conciencia popular sobre la ilegitimidad del proceso político que se abrió en Córdoba y marcaron un antes y un después que incidirá sobre el curso de la historia futura de nuestra provincia y el país.
Debemos ser conscientes que a partir del 2 de septiembre de 2007, ninguna elección otorgará garantías plenas de libre expresión y decisión de la ciudadanía, una situación que condiciona las bases del sistema democrático, porque el Estado, sospechado en su comportamiento, obligará a que los actores de la sociedad civil y política apelen a formas más organizadas de defensa de la voluntad general. Sin duda, romper las reglas de ese estigma será uno de lo desafíos de los días que vendrán.
También será necesario avanzar con una profunda, seria y verdadera reforma política, que deberá pasar por prohibir la sumatoria de votos, un invento funcional a la decisión de conservar los privilegios; dinamizar los instrumentos de democracia semi-directa que promueven la participación social; y reformar la constitución para fortalecer estos procesos, entre otros pasos.
Superar semejante tragedia requiere de actos contundentes y definitorios para alterar su perniciosa descendencia. Desde este lugar es que reclamamos Fraude Nunca Más y miramos el futuro convencidos de la necesidad de más democracia, más participación y más transparencia.
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