domingo, 7 de septiembre de 2008

Uruguay aplicó una consulta previa en la CARU

Argentina y Uruguay mantienen un largo conflicto por la instalación de plantas de celulosas en Fray Bentos, especialmente por la presencia de Botnia. Esta controversia se está dirimiendo en la Corte Internacional de Justicia con asiento en La Haya y la cuestión de fondo está vinculada a la violación del Estatuto del Río Uruguay, porque Argentina sostiene que no fue consultada previamente como estaba previsto en ese instrumento con rango obligatorio para ambos países.
Por su parte, Uruguay sostiene en su defensa que no es necesario activar el Estatuto del río compartido y así desconoce sus propias prácticas históricas en la materia.Un trabajo de investigación de EL ARGENTINO, determinó en base a documentación oficial que se encuentra en poder de ambas cancillería y especialmente en la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU), que el vecino país sí hizo valer la consulta previa para el caso de la represa Garabí y no sólo eso: además Argentina accedió a esa consulta y acató la decisión uruguaya que se negó a dicho emprendimiento.El Estatuto del Río Uruguay fue celebrado por Argentina y Uruguay el 26 de febrero de 1975, en cumplimiento de lo dispuesto en el Tratado de Límites en el Río Uruguay del 7 de abril de 1961.En ese instrumento, ambos países convinieron reglamentar los distintos usos del curso fluvial compartido, y en ese sentido, el Estatuto es considerado de avanzada por su racionalidad y administración equitativa.En ese acuerdo se estableció un régimen de consulta y de intercambio de información para el caso de proyectarse obras, justamente para evitar que una de las partes perjudique de manera sensible al régimen del río, a la calidad de sus aguas como a la seguridad en la navegación.No se trató de algo novedoso, porque su fundamento descansa en principios del Derecho Internacional, que establece que todo Estado está obligado a actuar con la suma responsabilidad como para no provocar perjuicio fuera de su ámbito jurisdiccional.Hay otro dato que se ofrece como buen antecedente: el 9 de julio de 1971, los cancilleres José Antonio Mora Otero (Uruguay) y Luis María Pablo Pardo (Argentina) acordaron una serie de principios básicos para la utilización del río Uruguay e incluso sus afluentes.Allí se estableció que se “evitará cualquier forma de contaminación de los ríos internacionales y sus afluentes y se preservarán los recursos biológicos en las zonas de sus respectivas jurisdicciones”. En el punto c) se dispuso que “ cuando un Estado se proponga realizar un aprovechamiento del recurso, facilitará previamente al otro Estado interesado el proyecto de la obra, el programa de operación y los demás datos que permitan determinar los efectos que ese emprendimiento producirá en el territorio de dicho Estado”.Y un régimen de estas características sólo puede ser admisible si se plasma en un Tratado internacional y por eso se firmó el Estatuto del río Uruguay.Consulta previaActivar el Estatuto del Río Uruguay para la consulta previa es una decisión de primer orden de un gobierno.La República Oriental del Uruguay y la Argentina tienen en ese sentido, tres experiencias antes de la violación denunciada por la instalación de Botnia.EL ARGENTINO accedió a la documentación oficial que obra en ambos Estados, que además de ser coincidente, explica mejor que este mecanismo de consulta previa ha sido en el pasado una práctica más usual que lo que se cree.La primera consulta previa la activó el Uruguay, en referencia al proyecto argentino-brasileño que tenía como objetivo construir la presa Garabí en el Alto Uruguay.En ese entonces, Argentina acordó con Brasil la construcción de esa obra sin iniciar el procedimiento de consulta previa y soslayó así a la CARU.Fue por eso que la delegación uruguaya ante la CARU lo planteó en un plenario, y obligó a la Argentina a someterse a la consulta previa. En la sesión del 18 de diciembre de 1981, con el acuerdo de ambos países, se activó el Artículo 7° del Estatuto respecto a Garabí y se concluyó que “las obras proyectadas para el Alto Uruguay pueden causar perjuicio sensible la navegación y al régimen del río” y en consecuencia Argentina desistió del proyecto en cuestión.AntecedentesEl segundo antecedente de la consulta previa es mucho más emblemático aún que el anterior. En los años ´90, se había presentado ante la CARU el proyecto para el dragado del Canal de Casas Blancas.La iniciativa generó oposición del lado argentino, porque sostenía que el dragar el canal de Casa Blanca, iba a aumentar el caudal en los pasos Vera, Urquiza y Almirón -al sur de Paysandú- y que las grandes crecidas podrían terminar por erosionar el balneario Banco Pelay en Concepción del Uruguay.La CARU estudió el tema y dictaminó que ese temor de Concepción del Uruguay era infundado. Incluso el gobierno de Entre Ríos (Jorge Busti era gobernador) encargó sus propios estudios, que dieron la misma perspectiva: el temor no tenía sustento.El tercer antecedente es el más emblemático de todos, porque está referido a la instalación de una planta de celulosa en Fray Bentos. En el primer semestre del año 1996, el propio Uruguay descartó la instalación porque hizo prevalecer el Estatuto del río compartido.Y el cuarto antecedente es el más conocido y está vinculado con la planta Botnia y sus instalaciones conexas como las que se ubican en Nueva Palmira.

EL INGENIERO QUÍMICO ELÍAS MATTA ANALIZÓ LOS PRIMEROS SEIS MESES DEL FUNCIONAMIENTO DE LA FÁBRICA

Matta lleva más de 30 años trabajando en cuestiones referidas a las fábricas de pasta de celulosa. En el salón del Concejo Deliberante el ingeniero químico cuestionó el informe de la consultora EcoMetrix, al presidente uruguayo Tabaré Vázquez y detalló los contaminantes que ha emitido Botnia en sus primeros seis meses de funcionamiento.
Los contaminantes que Botnia emite se pueden dividir en tres grupos: En primer lugar los que salen con los efluentes líquidos, en su mayoría orgánicos, que al llegar al río consumen el oxígeno necesario para la vida en el agua. “Hablamos de no menos de 2 mil a 3 mil toneladas de ese tipo de contaminante en los seis meses de funcionamiento de la planta” aseguró Matta.El segundo contaminante es el grupo de los metales pesados orgánicos alogenados, dioxinas y furanos, “productos típicos de este tipo de plantas”, según el ingeniero químico, mientras que el tercer grupo está referido a los gases, “se han tirado no menos de 900 toneladas de contaminantes gases, no menos de 6 tonaledas de sulfídrico, dióxido azufre, dióxido de nitrógeno y monóxido de carbono”.Consultado sobre cuándo van a notarse los efectos de la contaminación de Botnia, Matta dijo que el olor que se ha percibido tanto en territorio fraybentino como argentino, indica que en el ambiente está presente el ácido sulfídrico. Respecto al resto de los contaminantes, especialmente los acumulativos y persistentes, Matta aclaró que la experiencia internacional indica que “no van a notarse antes de los 6 años de operación plena de la planta, los efectos que uno puede visualizar son efectos de mediano y largo plazo”. En referencia a la tecnología de la pastera, el ingeniero dijo que “Botnia es efectivamente una planta moderna modelo 2005, una planta bien manejada que ha hecho un arranque prolijo pero que salvo en muy pocas excepciones, los contaminantes que una planta 2005 maneja y emite son los mismos que los de una planta 1970, la diferencia está en las cantidades. El ingeniero dijo que “Botnia no cumple en Uruguay con lo que se exige en Europa” y al respecto cuestionó el informe de EcoMetrix: “En seis meses lo que muestra el informe es que sólo se tomaron tres muestras de dioxinas y furanos en los efluentes, lo cual es totalmente insuficiente”. Por otro lado, el material que maneja Kemira (una de las empresas instaladas dentro de la planta de Botnia) tanto la materia prima como los productos intermedios y finales, son “de alta toxicidad, sumamente peligrosos y si hay una pequeña fuga toda la planta de Botnia, y la zona aledaña, se pone en crisis”, aseveró Matta.De los contaminantes, según Matta los más preocupantes son los “acumulativos y persistentes”, denominados así porque “van a acumularse en la biota del río y en toda la cadena alimenticia que tiene que ver con la biota del río, incluido los seres humanos”.Finalmente, el ingeniero terminó calificando a Botnia como “una planta que está tirando contaminantes a nuestro río pero sobre el cual nosotros no tenemos ningún control”