jueves, 12 de abril de 2007


Publicamos la polémica solicitada de Guastavino.

La página www.maximaonline.com.ar publica la polémica solicitada firmada por el vicegobernador Pedro Guillermo Guastavino..
SOLICITADAPor la fortaleza de nuestra luchaSiento la necesidad de decirle a Gualeguaychú lo que pienso, sin especulaciones, con sinceridad, porque tengo responsabilidades políticas. Porque los represento institucionalmente. Y porque creo que como vecinos de una ciudad ejemplar, debemos detenernos a reflexionar sobre el episodio de Puerto Madero y sus consecuencias.Siento que lo sucedido el fin de semana no es un hecho más, y que nos obliga a preguntarnos por los alcances y el límite de nuestro derecho y de nuestras acciones. Que debemos preguntarnos hasta dónde estamos dispuestos a llegar en esta lucha, cuyo contexto es el ineludible marco del derecho y de la democracia, espacio donde la principal regla de juego es avanzar con el derecho de uno hasta donde comienza el derecho de los otros.La razón nos acompaña desde el momento en que nuestro noble y legítimo reclamo se ajusta a la defensa de un ambiente sano, a los tratados que rigen la vida de nuestros pueblos, y al derecho internacional. Este es nuestro más valioso argumento. Y nuestra mayor fortaleza es que esa razón siga siendo tal. Que esa razón sume, comprometa, lidere. Que convenza cada vez a más gente. La lucha deja de ser fuerte si perdemos credibilidad y razón, si extremamos las posturas, si dejamos de considerar los derechos del resto.Ustedes saben todo lo que desde el gobierno entrerriano y nacional se ha hecho para validar y respaldar esta causa, acompañando en todo el reclamo de Gualeguaychú. Incluso saben que ni la Provincia ni la Nación han dado jamás la orden de desalojar los cortes, aún cuando consideremos -y así lo hicimos público- que esas medidas atentan contra la estrategia Argentina ante la Corte Internacional, o aún cuando esas medidas sean un escollo para hablar con el Uruguay. Y aún cuando expresarlo nos significara un costo electoral.Pero hoy hemos llegado al extremo de que un grupo de vecinos se reserve el derecho de concretar acciones secretas, actuando en nombre de una comunidad, poniendo en juego el apoyo conseguido en esta lucha, y la credibilidad y razón de nuestras acciones. A esta altura considero que es preciso formularnos algunas preguntas, porque entiendo que comenzamos a transitar caminos por límites comprometidos: ¿es válida cualquier acción, cualquier método, cortar cualquier camino, literal y metafóricamente hablando? ¿se equivocan quienes defienden cada vez con más enojo y razón- su derecho a pasar por una ruta que nosotros cortamos? ¿hace mal su trabajo cualquier fuerza pública que sea si actúa en defensa de los derechos y las libertades de otras personas que siente que esos derechos y libertades se coartan con nuestras acciones? ¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar? ¿qué pasa si un ciudadano pierde la paciencia, o la calma, ya por temor o por defender lo que cree es un ataque a sus derechos, y arremete o provoca hasta poner en riesgo la integridad física y la vida de otro ciudadano? Seguramente luego llegará la hora de las culpas enrostradas de manera mutua, recíproca e interminable. Que la policía no hizo nada o hizo demasiado, que la dirigencia política, que los asambleístas, que los periodistas, que los tibios, que los comprometidos en exceso y los que no se comprometieron nunca. ¿Hasta allí estamos dispuesto a llegar?.Por acción u omisión, quienes levantamos esta bandera tenemos en el pasado, en el presente y en lo que viene, una responsabilidad en la lucha. Desde el vecino con un compromiso elemental, hasta los asambleístas que entregan muchas horas de su vida a la causa. Y muy especialmente quienes, de una u otra forma tenemos el privilegio de llegar con nuestras acciones y nuestras palabras de manera masiva a nuestros vecinos. En este último caso, quienes tenemos responsabilidades políticas, institucionales o periodísticas tenemos una carga adicional a la hora del ejercicio de la palabra o de manifestarnos y reflexionar, para aportar la prudencia y sensatez que muchas veces están ausentes en las acciones mejor intencionadas.Cuando el límite entre nuestros derechos y el derecho de los demás se vulnera, la razón se calla, la verdad se desdibuja, la calma se pierde y la sociedad, ese entramado de relaciones que nos mantiene unidos, se resquebraja y deja de sostenernos. Y la democracia pierde porque cada uno cree tener el patrimonio de la razón, y en consecuencia poseer más derechos que el resto. A esta altura, insisto, hay mucho más en juego que la lucha por las papeleras. Tal vez sea el momento de rediscutir la estrategia de esta lucha que debe continuar, pensando entre todos cómo y cuál es la mejor manera. Porque para que continúe cada vez más fuerte, debe seguir siendo capaz de mantenernos unidos no sólo a los vecinos de Gualeguaychú, sino también a los argentinos, para que la defensa del derecho a vivir en un ambiente sano no se enrede y aísle, sino que se convierta en un verdadero modelo de crecimiento y desarrollo alternativo para todos los pueblos.Finalmente, creo tener derecho a explicitar mi íntima convicción sin generar una contienda. Y porque esencialmente -y lo reitero- siento la profunda necesidad de expresar francamente lo que siento. Pedro Guillermo Guastavino

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