domingo, 16 de septiembre de 2007


El impacto ambiental, y el impacto “mental” que busca Botnia.


El primero lamentable, dañino, no deseado por nadie, absolutamente nadie de nosotros, ya presenta algunas exteriorizaciones como la visual, en el aire y en el agua de nuestro río Uruguay al que ya se están volcando desechos y residuos de un proceso industrial que de químico, tiene su mayor parte.o
Por ende, por más que pueda manifestar alguien que las primeras manchas detectadas en el río no eran contaminantes, ya nos están contaminando como pueblo, o al menos lo prtenden, psicológicamente.
Cabe aquí preguntarse si estas primeras apariciones anómalas de ciertas características en aguas que bañan y circundan la superficie territorial invadida por Botnia, no es que son la exposición de otras acciones engañosas más, que devendrán en el tiempo inmediato.
Hasta ahora los agresores Botnia y Finlandia, con la tolerancia y aquiescencia del gobierno uruguayo, han impuesto con relativo éxito su política de “hechos consumados”.
Increíblemente para todos nosotros, el monstruo fue autogenerándose, con la sola y magnífica interferencia que hubo de enrostrarle de manera permanente este pueblo de Gualeguaychú y su Asamblea Ciudadana Ambiental.
Con sus aciertos y sus errores, ajustada a medida de las circunstancias, y excedidas en unas pocas, las acciones de defensa en una lucha tan desigual como justa, el pueblo de Gualeguaychú es una valla infranqueable que no se puede comprar por ningún precio.
La licencia social jamás ha sido otorgada por este pueblo a semejante emprendimiento. Jamás lo será. Hay muestras sobradas a diario, a cada momento, que no existe margen para renunciamiento alguno en esta lucha inclaudicable.
Ahora bien, como en toda controversia, o peor aún en esta circunstancia en la que tenemos que enfrentar a quien se ha posicionado en un terreno que cree firme, y desde allí ya comienza su “daño” al ecosistema al que quienes le facilitaron su instalación en esta geografía naturalmente rica, no pagarán jamás su claudicación y entrega.
Pese a que ellos hayan “cobrado” –no pagado- por esa claudicación y por la ignominia a la que contribuyen, surgirán con nombres y apellidos en letras indelebles en la historia negra de los sempiternos pueblos sojuzgados, por los más poderosos intereses políticos y económicos del mundo.
Esta experiencia piloto que implementaron la semana que pasó con nosotros –la de impresionarnos con manchas anormales en el río-, y que supuestamente por ahora no conforman proceso contaminante, tienen el claro destino de “contaminarnos mentalmente”, sumiéndonos en preocupación y angustia suficiente, como para arrinconarnos en la zozobra.
Pero es que en primer lugar tendrán que reconocer en algún momento los piratas y sus cómplices, que la de aquí es gente de convicciones y conocimiento amplio sobre el por qué de la lucha.
También tenemos que conservar el grado de cohesión hasta ahora demostrado. Solidificarlo aún más. Sumar la inteligencia de cada uno, y de los que más saben. No tenemos que desaprovechar alternativas que nos permitan testear al instante y sin descanso, la depredación que ya comenzó, aunque por ahora los agresores pretendan disfrazarla o minimizarla.
Todo lo que se construya como infraestructura, no tiene porque significar monitoreo. Eso es admitirles alguna dosis de legalidad o legitimidad, que nunca alcanzarán.
Significará eso sí, que estamos atentos. No distraernos, exigiendo a nuestros gobiernos, que sostengan en toda su dimensión el pesado costo económico y humano relativo a un proceso de vigilancia permanente, sobre quiénes han demostrado no importarles absolutamente nada, de un pueblo y una región de cientos de miles de personas que lo habitan.
Mucho menos de su historia. Que desprecian y hasta pretenden burlarse de su presente. Y que prometen de manera canallesca, aniquilar el futuro nuestro.Estas son horas en las que pretenden desarrollar un fuerte “impacto mental”, pretendiendo señalarnos como exagerados en las demandas, y harán por eso todo lo posible para ridiculizarnos. No lo conseguirán. No lo conseguirán.

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