Arroyo Verde. Gchú.
Arroyo Verde
Javier Carlés
El silencio de esta tarde de verano
este sol que se cuela en la endijas
me provoca sentimientos encontrados
ya una lágrima me rueda en la mejilla.
Fueron muchos los estivos que pasamos
presientiendo que algún dia dejarían
de ser limpias y tan bellas las mañanas
que el arroyo poco a poco moriría
y que el hedor que lastima las narices
los jardines de mi pueblo invadiría.
El grotesco de los montes uniformes
el verdor que aparece de repente
va poblando poco a poco el horizonte
y va secando tenazmente las vertientes.
El clamor de los muchos que reclaman
presagiando que el desastre se avecina
se comenta por lo bajo entre la gente
que ha creído que el poder todo lo puede
pero niega y se comporta indiferente
dando más valor al oro que a la vida.
Gracias Dios, que esos "locos" que reclaman
nunca cesan, ni le temen al gigante
pues conocen de su obra el resultado
que no es más que pobreza, llanto y hambre.
No decaiga vuestro espíritu obsecado
por luchar por defender tan dignamente
el derecho de cuidar lo más preciado
de voraces invasores prepotentes
porque no hay otro tesoro codiciado
que la paz, y la salud de nuestra gente.
Javier Carlés
El silencio de esta tarde de verano
este sol que se cuela en la endijas
me provoca sentimientos encontrados
ya una lágrima me rueda en la mejilla.
Fueron muchos los estivos que pasamos
presientiendo que algún dia dejarían
de ser limpias y tan bellas las mañanas
que el arroyo poco a poco moriría
y que el hedor que lastima las narices
los jardines de mi pueblo invadiría.
El grotesco de los montes uniformes
el verdor que aparece de repente
va poblando poco a poco el horizonte
y va secando tenazmente las vertientes.
El clamor de los muchos que reclaman
presagiando que el desastre se avecina
se comenta por lo bajo entre la gente
que ha creído que el poder todo lo puede
pero niega y se comporta indiferente
dando más valor al oro que a la vida.
Gracias Dios, que esos "locos" que reclaman
nunca cesan, ni le temen al gigante
pues conocen de su obra el resultado
que no es más que pobreza, llanto y hambre.
No decaiga vuestro espíritu obsecado
por luchar por defender tan dignamente
el derecho de cuidar lo más preciado
de voraces invasores prepotentes
porque no hay otro tesoro codiciado
que la paz, y la salud de nuestra gente.
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