lunes, 26 de marzo de 2007


América del Sur se une para combatir la desertificación y mitigar sus efectos.
A través de un programa común, seis países del sur del continente proponen mejorar las condiciones sociales y económicas de las comunidades afectadas por ese proceso de degradación de los suelos. Se utilizarán indicadores comunes para identificar y medir los distintos efectos del problema.
Por Alejandro San MartínSeis países ubicados en el sur del continente: Argentina, Brasil, Chile, Bolivia, Perú y Ecuador, unieron sus esfuerzos para constituir el Programa de Lucha contra la Desertificación y Mitigación de los Efectos de la Sequía en América del Sur, con el objetivo de mejorar las condiciones sociales y económicas de las comunidades afectadas por esos procesos.En el marco de la reunión internacional sobre los procesos de desertificación que se realiza en Buenos Aires, expertos latinoamericanos explicaron los alcances del programa y la importancia del uso de indicadores uniformes para identificar y medir los efectos físicos, biológico-agrícolas, socioeconómicos e institucionales de la desertificación.La financiación del programa surgió de un fondo no reembolsable del gobierno del Japón, bajo la administración responsable del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), mientras que la agencia ejecutora es el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).El proyecto comprende actividades como la armonización y explicación de indicadores existentes, el diseño de políticas propuestas para identificar cuestiones de desertificación, el vínculo institucional y la divulgación de información.Con este programa, los indicadores de desertificación serán utilizados, monitoreados y evaluados en los sitios donde hayan proyectos piloto de los países participantes, con el objetivo de estandarizar su uso para la prevención y el control de las tierras secas degradadas, buscando obtener resultados hacia la formulación y aplicación de políticas.La revisión e implementación de una metodología para identificar pruebas y ajustar indicadores clave que puedan ser usados por toda la región, fueron consideradas necesarias para la identificación y evaluación de los procesos de desertificación.El programa establece asimismo la producción de material de entrenamiento para los diferentes grupos involucrados: trabajadores rurales y líderes comunitarios, representantes del gobierno local, instituciones privadas, prensa, Organizaciones No Gubernamentales y tomadores de decisiones.Además, se ofrecerán cursos de post grado y especialización para universidades de los países participantes y una base de informaciones del recurso natural de las tierras secas de la región.Los seis países participantes del programa sufren serios problemas de degradación de sus suelos. En el caso de Brasil, el 15 por ciento de sus tierras son semiáridas, aproximadamente un millón de kilómetros cuadrados, de las cuales grandes porciones están sujetas a procesos de degradación.Estos dos procesos, con frecuencia combinados, impactan directamente a unos 16 millones de personas de los segmentos más pobres de la población, calculándose pérdidas anuales en el orden de los 300 millones de dólares.Por su parte, el 70 por ciento del territorio continental de Argentina, alrededor de un millón y medio de kilómetros cuadrados, está sujeto a desertificación, proceso que afecta a una población de 9 millones de personas.La situación en Bolivia no deja de ser menos preocupante: el 41 por ciento de su territorio, unos 450 mil kilómetros cuadrados, se encuentra bajo los efectos de la desertificación, afectando a cinco millones de personas distribuidas en la los altiplanos montañosos, los Valles de las Yungas y la Región del Chaco.En Perú, cerca del 22 por ciento de las tierras, 283 mil kilómetros cuadrados, son vulnerables a la desertificación, mientras que en Ecuador, a pesar de que las áreas geográficas son relativamente pequeñas, son significativas en cuanto al porcentaje de la población que habita e las mismas.Finalmente, la mayor parte de la producción agrícola de Chile proviene de áreas sujetas a efectos de la desertificación. Las áreas consideradas vulnerables ascienden a cerca del 45 por ciento de la superficie del territorio nacional, unos 340 mil kilómetros cuadrados, afectando a un millón y medio de personas.

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